José Luis González Cobelo, Arquitecto.
Águilas, septiembre de 2017
Quiero poner en valor en este escrito la obra reciente de uno de nuestros artistas locales de mayor presencia, interés, calidad y proyección futura. Me refiero al pintor Rafael Meca y a la exposición de su obra, de título “IMPURUS”, realizada el pasado mes de agosto en el aula de cultura de Cajamurcia, con una excelente acogida por parte del público asistente.
Rafael Meca es artista de prolongada y fecunda trayectoria, con creaciones dignas de figurar en museos de arte contemporáneo.
En su obra encontramos un acertado diálogo entre figuración y abstracción, particularmente en los paisajes, con una gran riqueza cromática y siempre con una presencia importante de lo matérico. Esta expresión: “lo matérico”, requiere una aclaración necesaria, para valorar el importante salto dado por Rafael Meca en la exposición reciente a la que nos referimos.
Lo matérico es, de un modo genérico, la constante presencia de la materia como referente plástico en su proceso creativo. Un cuadro es siempre un objeto material: una elaboración pictórica-material- sobre un lienzo-material- lo suficientemente resistente para que perdure en el tiempo, expuesto para hacer posible su contemplación.
En ese sentido, la materia que interviene en el cuadro le da su posibilidad física de existir, pero no suele tener la menor presencia en la configuración de esa percepción ilusoria de formas y colores que es la realidad artística y conceptual del cuadro.
Ni siquiera el marco, por valioso y apropiado que resulte para el cuadro enmarcado, puede hacer otra cosa que no sea realzar la obra, del mismo modo que lo hace una peana con la escultura que soporta.
Una de las grandes innovaciones del arte del siglo XX ha sido la de considerar la materia de la que está hecho el cuadro como una componente esencial y significativa de la obra artística. La materia es entonces un recurso añadido que otorga valores táctiles y texturiales que enriquecen la obra.
Ese elemento matérico ha jugado siempre un papel central en la plástica de Rafael Meca, pero en esta última exposición suya, ha dado un paso más allá.
Para ponerlo en valor, hay que considerar otro de los grandes hallazgos del Arte Moderno, que ha sido el “objet trouvé”, el “objeto encontrado”. Según este nuevo concepto, el arte nace y se origina en la mirada del artista. Ello hace que los objetos más humildes y variopintos, deteriorados o en desuso, pueden adquirir valor y nueva vida rehabilitados por la mirada del artista, que descubre en ellos, en unas cajas o una vieja contraventana, por ejemplo, un potencial plástico aprovechable para su obra.
Esta nueva dimensión de lo matérico es el hilo director en las obras expuestas en esta exposición de Rafael Meca. Cada obra, alguna de hecho ya no es un cuadro, quedando más próxima a la escultura que a la pintura, crea un “espacio plástico” propio, en donde línea, color, textura, forma, volumen y materia se funden, sabiamente armonizados en un juego lúcido, a menudo cargado de ironía e intención humorística y crítica.
Rafael Meca no va en el futuro a dejar de sorprendernos, con giros inesperados y siempre creativos de su trayectoria. Le deseamos lo mejor en su próxima exposición en Alemania.